Cuentos efímeros -y no tanto- para días en que no pasa nada

lunes, 10 de mayo de 2010

En el aparador

Todos los días, Ricardo Caballero —soltero, bien parecido, alto, veinticinco años— pasaba por una elegante tienda de ropa. Tímido, siempre se detenía a contemplar a través del vidrio a una hermosa señorita. Le encantaba la ropa exclusiva y de moda que diariamente vestía. Un día, decidido a conocerla, se paró frente a los aparadores y le dijo valiente pero con voz cortada: <<Señorita, la conozco bien, me he enamorado perdidamente de usted. Me encantaría saber su nombre>>. Aguardaba paciente la respuesta de la bella dama, pero al final se fue intrigado. Alguien le dijo que los maniquíes no hablan.

1 comentario:

Anónimo dijo...

ay! que tierno....

me hizo recordar un corto europeo... donde pasa justo al revés.... es la manequí la que se enamora de él... pero para cuando él se da cuenta... la tienda ha sido clausurada.... :S

salu2!